Desafiando la restricción impuesta por Francisco, su predecesor, el Papa León XIV decidió reautorizar la celebración en el Vaticano de la misa “tradicionalista” en latín, con el sacerdote dándole la espalda a los fieles. La ceremonia, llamada “tridentina”, volverá el realizarse el próximo sábado 25 de octubre, a la tarde, en la basílica de San Pedro, y estará a cargo del cardenal conservador norteamericano Raymond Burke, uno de los críticos más duros del fallecido pontífice argentino.
Los sectores más tradicionales de la Iglesia Católica tienen un gran aprecio por esta forma de celebrar la misa que se realizaba hasta finales de la década del sesenta, caracterizada por el canto gregoriano y el uso de abundante incienso. Francisco decidió restringirla a fines de 2021, bajo condiciones muy estrictas, al ver que se la estaba usando para cuestionar la herencia que había dejado el Concilio Vaticano II (1962-1965) que se encargó de reformar y modernizar la Iglesia.
El decreto del Papa argentino, llamado “Traditionis Custodes”, generó el enojo de los católicos acostumbrados a esta liturgia, que se sintieron marginados.
La decisión que acaba de tomar León XIV de reivindicarla es “una señal muy fuerte dirigida al sector conservador. Quizás las tensiones dentro de la Iglesia católica son más fuertes de lo que se podía imaginar hace unos meses”, le dijo a la agencia AFP, François Mabille, director del Observatorio Geopolítico de la Religión.

La difícil tarea del Papa León XIV: unificar la Iglesia Católica
En sus doce años de pontificado, el Papa Francisco provocó enojo en el sector más conservador de la iglesia con decisiones que fueron considerados “políticas”. Por ejemplo, el cardenal Burke, que presidirá la misa tridentina el próximo 25 de octubre, lo criticó de forma muy directa, por lo que recibió severas medidas disciplinarias.

León XIV decidió continuar los objetivos marcados por su predecesor, predicando a favor de los migrantes, los pobres y la ecología, pero, paralelamente, intenta acercar distancias con círculos más tradicionales del catolicismo, como acaba de demostrar al permitir el retorno de la misa tridentina al Vaticano.
Martin Dumont, historiador y secretario general del Instituto de Investigación para el Estudio de las Religiones, consideró esta decisión “un gesto de apaciguamiento, es decir, que todo el mundo forma parte de la Iglesia: todas las categorías deben ser aceptadas y acogidas”.
El sumo pontífice declaró, en una entrevista que concedió el mes pasado, que se trata de una cuestión muy complicada, y señaló que “algunos han utilizado la liturgia como pretexto para promover otros temas. Se ha convertido en una herramienta política, y eso es muy lamentable”.
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